Y así cuando encuentras la respuesta, te cambia la pregunta. Yo sólo vivo improvisando. ¿Soy yo quien único siente que ya ha tenido vidas pasadas, quien único cree en la reencarnación? ¿Soy quien único piensa que sigue cometiendo los mismos errores? Pero aún así encuentra felicidad en momentos pequeños, raros para lo que una vez creíste que no eras tú. Y sí, mi yo pasado ha recordado que la felicidad se encuentra en la simplicidad y no en lo que creamos como objetivo o meta para crear la vida que supuestamente soñamos. ¿No les ha pasado que apuntan a algo y cuando lo alcanzan sienten un vacío? Porque ya no tienes más propósito. Luego cuando vuelven las memorias te das cuenta de que la felicidad la tuviste varias veces en el camino y no el resultado.
Tal vez no haga sentido y seguimos ignorando la historia que nos restriega en la cara que aún sabiendo que vamos mal, el orgullo y la terquedad no nos deja aceptar que cometemos los mismos errores por años y aún sabiendo que vamos mal queremos demostrar que puede ser diferente. Y la vida te da señales y decides ignorarlas porque tú eres el que sabe. ¿Cuántas veces no vemos como quienes tienen "todo", y crees que son felices, son las personas más tristes y miserables? Porque el mundo te hace creer que la riqueza material es el punto principal, y si tienes ese punto ¿qué más necesitas? Te das cuenta de que no, que el mundo siempre te ha mentido, que aún teniendo nada, lo tenías todo. Y cuando queremos volver, cuando queremos repetir, cuando aprendemos a apreciar, ya es tarde. Se nos va la vida tratando de entenderla, y cuando la entendemos se acaba. Y a veces se acaba cuando crees que vives, pero sólo existes. Existes por querer aparentar, por quedarte en el mismo lugar por el qué dirán, por no hacer sufrir a los demás mientras por dentro te marchitas.
La felicidad es individual, y si no basta con encontrar la nuestra, ¿cómo es que queremos encontrar lo que a otros hace feliz? No es cuestión de egoísmo, se llama amor propio. Y no vinimos para complacer a otros, ni tan siquiera a los hijos. Le damos la oportunidad de la vida, y los educamos para que sean capaces de encontrar su felicidad, más no somos responsable de ello. Cada mundo individual tiene una perspectiva diferente, le damos el mapa que es el aprendizaje, cada uno escoge el camino que crea mejor. Mi felicidad no es tú felicidad, y somos tan fugaces... tan pequeñitos.
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